No sabía cómo calmar a sus hijos y sobrinos cuando los invadía el miedo a que les fueran a poner una gotera sobre la cabeza durante días
Conuco, Salcedo.- Tan pronto la vieron llegar, unas estudiantes que visitaban el museo en honor a las hermanas Mirabal rompieron fila y rodearon a Bélgica Adela (Dedé) Mirabal tratando de lograr la mejor foto. Es la hermana que se salvó para contar la historia de dolor que vivió su familia tras aquel baile en que Minerva tuvo la osadía de pedirle a Trujillo que liberara de la cárcel a un “comunista”.
Las muchachas, muy alegres, con todo el fervor de los 14 y 15 años que las ánima, no se percataron de que detrás de ese rostro amable había un pasado cargado de angustias por el asesinato despiadado de sus hermanas y por la incertidumbre de criar a los seis hijos de éstas.
Cada vez que sonaba el chucuchú del cepillo Volkswagen del Servicio Militar de Inteligencia (SMI) del gobierno, y los niños corrían despavoridos, temblando ante el temor de que se los fueran a llevar -como ocurrió con su abuelo Enrique Mirabal en 1953- esta sobreviviente se ahogaba en lágrimas.
No sabía cómo calmar a sus hijos y sobrinos cuando los invadía el miedo a que les fueran a poner una gotera sobre la cabeza durante días, como al señor Mirabal, o matarlos de un corrientazo en una silla “malvada”, como a muchos hombres valiosos.
Las marcas de su rostro son pocas comparadas con el espanto que sintió al enterarse de que su sobrino Nelson, el hijo mayor Patria Mirabal, había corrido durante toda una noche de frío por esos montes de “Ojo de Agua” pensando que le iban a arrancar el cuero a latigazos.
Fue ella misma la que, sin proponérselo, lo atemorizó sugiriéndole que fuera a decirle a los militares “mátennos a todos”, cuando un vecino la alertó de que habían matado a Trujillo y que andaban buscando a los “catorcistas” o miembros del 14 de Junio, movimiento político que pretendía recuperar el gobierno constitucionalista de Juan Bosch tres años después del ajusticiamiento del tirano, en 1963.
Pero lo más grande para esta mujer que ha tenido que pagar con angustias los 50 años que ha vivido después del asesinato de sus hermanas fue ver durante 20 años el sufrimiento de su madre, Mercedes Reyes de Mirabal, quien hasta su último respiro se lamentaba de las palabras que le dijo Minerva Mirabal a Rafael Trujillo develando sus ideales de libertad y respeto por los derechos humanos.
Fue bailando el merengue “Ay… Tana, La Maricutana”, con la misma cara de disgusto que tenían los músicos y bailadores del famoso cuadro de José Vela Zanetti “Fiesta campesina”, que casi le cuesta la vida al artista, que Minerva puso la distancia con aquella cortante conversación y el déspota se hizo la idea de que estaba junto a una “conspiradora”.
— (Minerva) Yo tengo un amigo preso.
—(Trujillo) ¿Quién es? —Pericles Franco —¡Pero ese es el peor comunista que hay en el país!. ¿Te gusta la política? —No, no me interesa —Yo voy a hacer que mis súbditos te conquisten.
—¿Y si yo los conquisto….? Esta es la conversación a la que Dedé Mirabal atribuye la desgracia de la familia que desencadenó la muerte de la “atrevida” Minerva, y la de sus inocentes hermanas Patria y María Teresa, quienes en un gesto de solidaridad la acompañaron a la cárcel de La 40 a ver a su esposo y siempre estuvieron a su lado.
“Y es mentira que Minerva le dio una “galleta” a Trujillo; la galleta fue sin mano, ideológica” aclara. La familia Mirabal fue invitada por órdenes de Trujillo, a través de Antonio de la Maza, a esa fiesta en la hacienda Borinquen, a la entrada de San Cristóbal, donde el gobernante nombró numerosos embajadores y, como era su costumbre, bailó con las mujeres más hermosas. Minerva no se negó a danzar el set completo de merengues, pero aprovechó la ocasión para poner un alto al jefe. Era Día de la Raza, 12 de octubre de 1949.
Palabras textuales de Dedé
“Lo único que he conocido en mi vida es el sufrimiento, !tú sabes cuánto duele que te desprendan la piel …..! Yo por poco me muero pensando que le iban a hacer eso a Nelson, con 18 años y no sabía nada de nada. Pero lo peor aún: !ay mi madre….! esa fue la gran mártir; cuánto sufrió pensando en la angustia de las muchachas cuando fueron interceptadas en el puentecito de la Marapicá el 25 de noviembre de 1960 sabiendo que las iban a matar. Y mi padre, él era un comerciante. Lo único que hacía era trabajar y yo le ayudaba a hacer las facturas. Por eso no me mataron, porque yo tenía que quedarme en la casa ayudándolo en eso. No es como la gente dice… aquí todos éramos antitrujillistas, pero Minerva era la más inquieta.
Fue un tío de nosotras, hermano de mi madre, José Reyes, que hablaba de eso.
Todas estábamos chiquitas y crecimos oyendo las cosas que hacía Trujillo, pero lo que más impresionó a Minerva fue ver a una amiga del colegio vestida de negro llorando porque había visto matar a su padre.
Mi mamá decía: José, José, no me le cuente esas cosas a las niñas, pero Minerva quería oír, y todas las demás.
Pero mi papá no se metía con nada. Él cumplía. La primera vez se lo llevaron preso junto a Minerva, un día después del baile ése, y la segunda vez fue porque disque no pagó una contribución para una fiesta social, aunque él ya lo había pagado. !Ay Dios!, ahí fue que lo mataron, a los 57 años, con la bendita gotera. Él sufría de presión alta y al estar tanto tiempo parado con esa preocupación… no resistió”.
Todos “catorcistas”
Los relatos del tío Reyes comenzaban con llamarle “los amos” a los Estados Unidos por su intervención en 1916 y por haber dejado a Trujillo “como herencia”.
Ojo de Agua se levantó en contra de la intervención norteamericana en el 1916 y luego fue catorcista, aunque no todos se atrevieron tanto como Minerva.
“Tú sabes lo que es enfrentar a Trujillo. Nosotros la queríamos matar cuando supimos que se puso a decirle esas cosas que le dijo; lo supimos después porque nos lo dijo el propio Pericles”, dice.
Ahora, con sus 85 años, Dedé Mirabal recorre todos los días los jardines de la casa familiar en Conuco, que sirve de museo, mostrando a las nuevas generaciones el heroísmo de las Mirabal, y al hacerlo revive cada una de las etapas que han dado forma a esta historia que el mundo reconoce como paradigma de las luchas por la dignidad de la mujer.